"En el antiguo Anahuac se creía que para alcanzar la iluminación se debían conquistar los rumbos. 

Cada rumbo tiene un atributo: mineral-vegetal-animal-humano.

Debemos fraternizar con cada uno, buscar la hermandad con cada ser, con cada cosa, respetar, ver lo sacro en cada paso, en cada respiro, en cada palabra, en cada amanecer y atardecer.

 

La concentración en el presente es clave para comprender la vida, la gratitud que envuelve la existencia.

El milagro del vivir, lo trascendental que es la experiencia de la vida, cada cosa es sagrada, es excelsa, hermosa, majestuosa. ¡Ometeotl!